Los habitantes del sur de Uruguay beben hoy agua con un grado inusitado de salinidad. Desde finales de abril, el agua corriente de Montevideo y de la zona metropolitana (1,7 millones de habitantes) ha cambiado su composición y sabor, como consecuencia del déficit hídrico que golpea a la región desde hace tres años. “Qué salada está el agua”, se quejan por doquier los montevideanos. La situación es excepcional y durará por lo menos 30 días más, aclaran las autoridades, si no cae la lluvia necesaria para recomponer los embalses de agua dulce que abastecen a las plantas de la empresa estatal Obras Sanitarias del Estado (OSE).
El presidente del ente, Raúl Montero, explicó que este grado de salobridad se debe a que actualmente se mezclan las aguas dulces de la cuenca del río Santa Lucía (sur del país) con otras saladas que llegan desde el Río de la Plata. Sobre esta base, OSE ha elevado temporalmente el tope de sodio permitido por litro de agua, de 200 a 440 miligramos, duplicando lo establecido en las normas locales. Estas modificaciones permitirán garantizar el servicio por 30 días más, aunque desde el Gobierno admiten que esta agua “no es potable en la definición perfecta de potabilidad”. Sí es “bebible” y “consumible”, insisten.
[También te puede interesar: Latinoamérica: especies invasoras avanzan sin control.]
La ciudadanía salió a protestar para exigirle al Poder Ejecutivo y a la empresa estatal que presenten medidas para combatir la situación sanitaria y social que trajo la crisis del agua.
Según OSE, la empresa estatal del sector, el 23 de junio será la fecha de caducidad para el suministro de agua potable para el área metropolitana, donde vive la mayor parte de la población, pero el presidente Luis Lacalle Pou trató de llevar tranquilidad y aseguró que «el suministro no se va a suspender».
En Montevideo y Canelones, donde un bidón de 6,25 litros de agua se consigue por 130 pesos (unos 3,4 dólares), el consumo de agua envasada se disparó. Las ventas crecieron un 224% en mayo con respecto al mismo mes del año anterior, según un estudio privado publicado esta semana. El mayor incremento se dio en las botellas de agua sin gas (467%) y en los bidones (217%).
Agregó que en los últimos días la venta de agua embotellada se triplicó, pero no estimó probable que se agotara el stock. “Producto hay, no va a escasear, podrá faltar algún día en algunos comercios”, aseguró el presidente de Cambadu.
Manejo cuestionado
El manejo de la crisis por parte del gobierno de Lacalle Pou generó un aluvión de críticas provenientes de sectores opositores. El Frente Amplio aseguró en un comunicado que dejó pronta en su última administración (2014-2020) la financiación de una segunda represa —Proyecto Casupá— para abastecer de agua potable al área metropolitana con un costo de 100 millones de dólares. Desde el gobierno se desechó esa idea y se planteó una iniciativa privada para extraer agua del Río de la Plata por 258 millones —proyecto Neptuno—, que recién comenzaría a construirse el año próximo.
La semana pasada, la izquierda también presentó una propuesta para solicitar al Poder Ejecutivo la eliminación de impuestos para el agua mineral y sodas embotelladas, «hasta que el agua suministrada por OSE en área metropolitana sea considerada potable por el Ministerio de Salud Pública». En tanto, desde la central sindical de trabajadores PIT-CNT se pidió la exoneración de la tarifa de OSE para los sectores vulnerables y «un plan claro y concreto» para escuelas, hospitales y cárceles, además de la intervención en el mercado del agua embotellada. El gobierno no respondió a ninguno de los planteos.
El origen
La principal fuente de agua dulce para Montevideo y sus alrededores es el embalse de Paso Severino, a unos 85 km al norte de la capital, pero allí las reservas han estado disminuyendo desde hace meses: al 7 de junio había 4.400.000 m3 de un total de 67.000.000 m3 de capacidad, según el último balance oficial. Montevideo consume un promedio de 550.000 m3 diarios.
Miguel Lovino, investigador del Centro de Estudios de Variabilidad y Cambio Climático de la Universidad Nacional del Litoral, sostiene que se trata de una sequía de largo plazo iniciada en 2019, afectando a toda la región centro-sur del sudeste de Sudamérica, y que estas condiciones se agravaron en Uruguay debido a anomalías en las precipitaciones, es decir, la falta de lluvias por debajo de lo normal durante un período prolongado. “Si bien las lluvias de invierno son bastante importantes en Uruguay, no sé si van a alcanzar a revertir a corto plazo la desecación de los suelos, en eso no soy tan optimista”, estima Lovino. “Miré algunos pronósticos del INUMETRA, el servicio meteorológico uruguayo, y ya para los primeros 20 días de junio tienen un déficit, o sea que estas condiciones van a empeorar”, agrega.
Según él, esta problemática continuará en la región de aquí a 20 años, debido a que en las últimas décadas hubo un cambio climático con un aumento de la variabilidad en la región. “Esto significa que habrá sequías más intensas y prolongadas, así como precipitaciones intensas en períodos cortos de tiempo” afirma.
[También te puede interesar: Océanos y sus habitantes bajo amenaza: dos proyectos que buscan protegerlos.]
Medidas salobres
Como plan B, desde los últimos días se realizan perforaciones en busca de agua subterránea en Parque Batlle, un enclave verde de unas 60 hectáreas, rodeado de avenidas de intenso tráfico y considerado el «pulmón» de la capital uruguaya. Dos pozos de 90 y 42 metros de profundidad ya están listos. Autoridades de OSE revelaron que el agua hallada es apta para el consumo humano, una vez filtrada y potabilizada, y que su destino principal es abastecer a hospitales y escuelas. A su vez, desde finales de abril, OSE mezcla el agua dulce de Paso Severino con agua de fuentes cercanas al Río de la Plata, más salobre por provenir del estuario.
Esta semana las autoridades sanitarias extendieron hasta el 20 de julio los límites máximos de sodio y cloruros autorizados en el agua que OSE distribuye en Montevideo y localidades aledañas, ya aumentados excepcionalmente dos veces. “Hay límites que no lo determina Uruguay, sino la Organización Mundial de la Salud y son los límites propios que el ser humano soporta. El propio contenido de sal por efecto de sodio o de los nitratos, no son perjudiciales si hay un exceso que es temporal. Si lo están extendiendo mucho, obviamente algún tipo de impacto van a tener”, aclara Lovino.
La cantidad excesiva de sodio en el agua de la canilla llevó a la Facultad de Medicina a pedir que no se agregue sal a los alimentos en los niños que están iniciando la alimentación semisólida o sólida (lactantes hasta 2 años), que se utilice agua mineral para la preparación de fórmulas de lactantes y a la población con mayor riesgo de ser hipertenso no conocido (mayores de 60 años) se recomendó controles de presión arterial periódicos.
Miguel Lovino, explica: «Si vos no tenés agua para abastecerte, las politicas que tenés que hacer son de conservación de este recurso. Si vos prevés una sequía con tiempo, es más facil trabajarla, lo que pasa es que esto se extendió en el tiempo, por lo tanto entiendo que no debe haber sido facil gestionarla». Y añade: «Dicho de manera vulgar, quizás se confiaron y dijeron: ‘Bueno, se revierte esto, vamos a tener agua y no vamos a hacer nada'».
Con información de TELAM | Fotos AFP.