El lanzamiento de la Agenda 2030 en 2015 puede considerarse el momento simbólico en el que el concepto de desarrollo sostenible, basado en los ámbitos económico, social y ambiental, se hizo ampliamente conocido por todo el mundo. Es cierto que este concepto ya existía desde hace unas 3 décadas, pero hasta entonces su resonancia masiva era restrictiva para las personas vinculadas al tema, con aumentos ocasionales de popularidad durante eventos destacables - como la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro, en 1992, y la Conferencia de las Partes de Kioto, en 1997.
Cinco años después del establecimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible -ODS- y del trípode del desarrollo sostenible (económico, social y ambiental), gobiernos y sociedades aún luchan por comprender mejor las particularidades de cada una de estas esferas y, principalmente, cómo se interrelacionan.
La dificultad de producir y monitorear datos ha sido una de las principales dificultades en este sentido. Específicamente en el área ambiental esta barrera se presenta de manera más clara y agravada por el limitado conocimiento que tenemos acerca de las interacciones ecológicas y ecosistémicas en un marco de sostenibilidad.
Si bien la ciencia y la tecnología nos han permitido hacer muchos avances en este sentido, la naturaleza es tan densa y compleja, que por más grandes que sean los avances, lo desconocido sigue siendo inmensamente mayor (¡ni siquiera sabemos cuánto desconocemos!).
En este contexto, ONU Medio Ambiente, desde su oficina regional en Panamá, acaba de lanzar el reporte “Midiendo los avances: La dimensión ambiental de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en América Latina y el Caribe”. El principal objetivo de la publicación es mostrar que el medio ambiente tiene fuertes conexiones y consecuencias directas para todos los ODS, y por lo tanto, para todos los ámbitos del desarrollo sostenible.
Ninguna política pública debería avanzar si no tiene en cuenta las tres dimensiones del desarrollo sostenible.
¿cuál es la situación de latinoamérica según el reporte de la onu?
El documento señala que, de los 88 indicadores de los ODS que tienen tener relación directa con el medio ambiente, tenemos poca o ninguna información para casi el 75% de estos. En otras palabras, no tenemos suficiente información para saber si América Latina y el Caribe cumplen con el 75% de los indicadores ambientales de la Agenda 2030 a la que se comprometió la comunidad internacional. Si no podemos medirlos, mucho menos podemos lograr sus metas.
Sin embargo, la publicación del PNUMA intenta ir más allá de estas limitaciones, al hacer uso de indicadores proxies que, si bien no son los indicadores de los ODS, ayudan a trazar un panorama de los éxitos y fracasos de la región en la implementación de la Agenda 2030, principalmente con relación al cuidado con sus recursos naturales y el equilibrio ecológico local. Dichas comparaciones ayudan a comprender mejor cuando lo económico se encuentra con lo social, y cómo y cuándo ambos se relacionan con lo ambiental.
La publicación muestra, por ejemplo, que el uso de combustibles fósiles se ha incrementado dos veces y media desde la década de 1970. A pesar del aumento en el uso de fuentes de energía renovables, los aumentos en la demanda de energía hacen que persista esta dependencia local en los combustibles fósiles.
Además, también se evidencia que a pesar haber incrementado un 89% y un 270% respectivamente la protección de áreas y reservas naturales marinas y terrestres, la región presentó la segunda caída más grande a nivel mundial en el Índice de la Lista Roja entre 1993 y 2019. Ello, sin mencionar que las tasas de deforestación de la región son las más altas del mundo (junto con África subsahariana).
Finalmente, al recopilar información sobre los 33 países que conforman la región, el informe destaca cuatro temas ambientales principales que se deben enfrentar: 1 - desacoplar el crecimiento económico de la explotación y degradación de los recursos naturales, 2 - descarbonizar la economía, 3 - reducir la pérdida y degradación de los ecosistemas y la biodiversidad locales, y 4 - reforzar y garantizar la plena implementación de las políticas ambientales y sus marcos legales. Claramente la publicación de la ONU envía un mensaje claro a los tomadores de decisiones en nuestro continente (y en el mundo): “el crecimiento económico en desequilibrio con la naturaleza no es progreso, es autodestrucción”.
La publicación estará disponible en inglés y español y pronto estará disponible en los repositorios virtuales de PNUMA. Su lanzamiento está previsto para el 26 de noviembre a las 10 AM (ET), en un evento virtual con una presentación más detallada del documento y la participación del director regional del PNUMA para América Latina y el Caribe, así como testimonios de varios líderes locales y expertos en los temas de medio ambiente y la Agenda 2030.