Hoy nos encontramos frente a un momento de transición hacia delante: la concepción del ambiente como un proveedor bondadoso e infinito de materias primas está dejando lugar a la idea de volver a entenderlo como un tesoro que es necesario resguardar.
En este cambio, la ecología ha pasado de ser un valor diferencial para volverse un aspecto indispensable que requiere acciones conjuntas. Gobiernos, instituciones, productores, consumidores, ONGs y empresas; todos estamos involucrados y tenemos una responsabilidad compartida.
En el camino de transición que se nos abre, cada vez son más las empresas que eligen comenzar a modificar sus procesos de producción para desarrollar un modelo económico sustentable.
Esta decisión implica aceptar la responsabilidad de los productos que ponen en el mercado y planificar estrategias que, sin descuidar la competitividad, introduzcan procesos de eco-eficiencia y eco-diseño.
Existen muchas acciones en que las empresas están comenzando a mostrar un compromiso ecológico, como por ejemplo:
-Trabajar en obtener materias primas de fuentes sustentables.
-Desarrollar un servicio de logística eficiente.
-Seleccionar proveedores “eco-friendly”.
-Reducir el packaging de los productos.
En este punto se destaca, por ejemplo, la propuesta de Dove y Rexona que han diseñado nuevos envases comprimidos que duran lo mismo con menos empaque. De esta manera, no sólo se ahorran grandes cantidades de aluminio y gas en la producción, sino también se reduce el espacio de almacenamiento, haciendo más eficiente el transporte. Además, al llegar al consumidor, y aunque no lo perciba, estará también disminuyendo la cantidad de gas generado sin implicar, con ello, un cambio de hábito más difícil de alcanzar.
Hay que saber que el cambio no será de un día para el otro, porque tampoco nuestra mentalidad se modifica a la velocidad de la luz. Pero es importante apostar a futuro, fomentando este camino hacia la sustentabilidad, cada uno desde el lugar que le toca.