A pesar de su papel clave en la lucha contra el cambio climático, por su capacidad de almacenar carbono, los humedales siguen siendo desconocidos por una parte de la población. Para poner en valor estos ecosistemas y llamar la atención sobre su conservación, cada 2 de febrero se dedica una jornada mundial en su honor.
"Los humedales son ecosistemas que están cubiertos temporal o permanentemente de agua, ya sea esta dulce o salada. Estos humedales son agua estancada y no móvil, por ejemplo, los pantanos, lagunas, etcétera”, aclara a DW Paola Quispe, facilitadora ambiental del proyecto "Estrategias para la conservación de humedales" que la organización Empodérate está llevando en al altiplano boliviano.
Empodérate es una de las de organizaciones ambientales que forma parte de la "Alianza por los Humedales Andinos", compuesta por la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) y la Asamblea PUCARÁ (Pueblos Catamarqueños en Resistencia y Autodeterminación) de Argentina; el Centro de Documentación e Información de Bolivia (CEDIB); ONG FIMA, Defensa Ambiental y Fundación Tantí de Chile, y la Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente (AIDA).
Esta coalición, que se presentó en la pasada cumbre sobre cambio climático de las Naciones Unidos que se celebró en Dubái, surge para proteger y conservar estos ecosistemas vitales.
"Los humedales andinos son sitios llenos de vida, la presencia de agua en los Andes ha permitido la presencia de muchas especies endémicas que no se pueden encontrar en otro lugar del planeta. Además, representan medios de vida para muchas comunidades que habitan en las cercanías por la provisión de agua fresca, sustento de sus tradiciones pastoriles y agrícolas y medicina natural”, explica a DW David Cañas, asesor científico de AIDA.
No obstante, son "ecosistemas muy frágiles, pues dependen muchísimo del balance hídrico, de los ciclos hidrológicos, de la calidad del agua y de la biodiversidad”, puntualiza Cañas. A ello se unen diversas amenazas: "La crisis climática ha alterado los flujos de recarga de los humedales, y la minería de litio está avanzando rápidamente, drenando y contaminando estos ecosistemas”, lamenta el asesor científico de AIDA.
"Tenemos pocas precipitaciones pluviales y mayor cantidad de pérdida de agua por evaporación por calentamiento global”, agrega Quispe, recordando que entre Bolivia, Chile y Argentina se ubica el llamado ‘Triángulo del litio', en el que "se encuentran grandes reservas de lagunas saladas con grandes cantidades de litio, bórax, potasio y otros minerales”.
Según datos de la alianza, estos tres países albergan más del 53% de las reservas globales de litio. No obstante, "para poder extraer ese litio, las plantas de carbonato de litio utilizan grandes volúmenes tanto de agua dulce como de agua salada, lo que significa que haya un desequilibro en las aguas de ese humedal; eso podría provocar que vayan desapareciendo o se vayan secando”, recalca la representante de la organización boliviana Empodérate.
En este país, "la minera San Cristóbal utiliza 14,8 millones de metros cúbicos anuales, entonces los humedales que están detrás del Cerro de San Cristóbal, están secándose y eso afecta directamente a las comunidades”, agrega Vivian Lagrava, coordinadora de dicha entidad.
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La paradoja de la transición energética
"Nos encontramos en un momento crucial en el que es necesario visibilizar lo que está en riesgo por la presión de la transición energética corporativa”, dice a DW Claudia Velarde, Coordinadora del Programa de Ecosistemas de AIDA.
“Estos ecosistemas nos brindan lo que queremos, oxígeno y secuestro de carbono, pero los vamos a arrasar para la transición energética que impulsa Europa o países como Alemania”, lamenta en conversación con DW Pía Marchegiani, directora adjunta de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) de Argentina.
“Somos conscientes de la competencia entre países, entre potencias, para capitalizar la crisis climática, seguir creciendo a través de los mercados verdes… Pero no es aceptable el sacrificio ambiental que producen en países como los nuestros y especialmente en los humedales andinos, que son territorios donde ya se vive en condiciones de injusticia socioambiental”, apunta a DW Ramón Balcázar, investigador y director ejecutivo de la Fundación Tantí de Chile.
Ante esta situación, la Alianza pretende “cambiar el debate público y la forma de pensar la transición energética que tiene que tener en cuenta no solo las emisiones, sino también los límites de la biodiversidad y los derechos humanos”, dice la ejecutiva argentina.
Para ello, se apoya en estrategias pedagógicas, legales, investigativas, de comunicación y de movilización. Se requiere “que haya un mayor conocimiento desde una mirada de la ciencia, lo jurídico, lo social, que esté al servicio de las comunidades locales que lo requieren y de los tomadores de decisiones, tanto a nivel nacional como internacional, para que antes de promover agendas extractivas y de transición se tomen en cuenta estos conocimientos que generamos en conjunto y de la mano de poblaciones locales”, recalca el investigador chileno.
Fuente: DW.