Los bomberos australianos continúan luchando por controlar las llamas de un gran incendio que afecta la Isla Fraser -frente a la costa este de Australia-, un gran atractivo para los turistas, pero también considerada un patrimonio mundial por la UNESCO debido a su ecosistema único.
Según las autoridades locales, ya se han destruido 74.000 hectáreas -equivalentes a un 42% de la zona- y se estima que el incendio comenzó tras realizar un incendio en un lugar no habilitado. El fuego en la Isla Fraser, la isla de arena más grande del mundo, lleva más de seis semanas arrasando con los bosques.
"La vegetación de la Isla Fraser es extremadamente seca y, al ser tan seca, es muy fácil de que se encienda", dijo James Haig, controlador de incidentes del estado Queensland, zona que actualmente pasa por un periodo de mucha sequía y donde dos tercios se han visto afectados por la ola de calor.
Los bomberos que trabajan en la Isla Fraser no solo están luchando contra "condiciones climáticas muy difíciles", dijo Haig, sino que también se ven obstaculizados por el acceso limitado al fuego por la parte norte de la isla. Además, el rescatista informó que se han desplegado 10 aviones de bombardeo acuático para combatir las llamas, incluyendo algunos encargados de proteger sitios aborígenes de importancia cultural.
"Realmente necesitamos lluvia y desafortunadamente no es probable que la recibamos durante algún tiempo", añadió.
La isla, también conocida como K'gari -que significa paraíso en el idioma de los aborígenes-, es conocida por su gran población de dingos -perros salvajes nativos-, fue incluida en la lista del patrimonio mundial por sus bosques tropicales, lagos de agua dulce y el complejo sistema de dunas de arena que aún está en evolución. Además, es un destino que atrae a cientos de miles de turistas al año.
Australia ha sufrido fuertemente por los incendios, uno de los más devastadores se registró en 2019-20, cuando se quemó un área aproximadamente del tamaño del Reino Unido, evento que dejó 33 personas muertas y miles de personas tuvieron que abandonar sus hogares. La temporada de incendios provocados por el cambio climático también mató o desplazó a casi tres mil millones de animales y le costó a la economía australiana unos 7 mil millones de dólares.