A menudo, comemos del mismo modo que hacemos muchas otras cosas en nuestros días: sin prestar demasiada atención. Comemos mientras trabajamos, por costumbre, al paso, “porque es la hora de comer”, etc, etc.

Hemos perdido, en este sentido, una relación más consciente con los alimentos. ¿Sabemos realmente qué nutrientes estamos aportándole a nuestro cuerpo con cada bocado?

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Muchos de los alimentos que compramos llevan en sí un procesamiento, donde se agregan otras sustancias que no están en el alimento en sí, cómo conservantes, saborizantes, etc.

Pero además de la calidad de los alimentos que elegimos, hay otro factor muy importante a la hora de comer que muchas veces se deja de lado: la combinación o mezcla de los alimentos.

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“Hay personas que llegan a la consulta diciendo: “yo como poco. Hoy comí un poquito de esto; otro, de aquello”; y así. Y no saben que más allá de la cantidad quizás están haciendo combinaciones que generan problemas digestivos, e incluso, si ése es el caso, pueden hacerles ganar peso en lugar de mantenerlo de manera saludable”, explica Ingrid Giovanniello Mugler, Asesora en Nutrición Natural formada en IATENA (Instituto Argentino de Terapias Naturales).

En este sentido, agrega: “Muchos síntomas como dolor de cabeza, anemia, desmineralización, etc, pueden provenir de esas malas combinaciones. Ya que se suele dar poca importancia a la influencia que tiene para la salud las incompatibilidades de los alimentos”.

¿Por qué no tenemos en cuenta esto? En principio, por la falta de información; pero también por la fuerza de la costumbre. En la comida, sobre todo, muchas veces nos basamos en lo que aprendimos, en lo que es usual en nuestra cultura. Cambiar eso, por ende, cuesta trabajo, pero también aporta bienestar, sobre todo, en el caso de personas que padecen problemas digestivos recurrentes.

Si pensamos a nivel fisiológico, el proceso digestivo tarda horas. Si empeoramos esto con una mezcla de alimentos no compatibles entre sí, se producirán posiblemente: fermentación, inflamaciones, etc.

Ingrid explica que el estómago no puede digerir a la vez los alimentos proteicos (carnes y lácteos, por ejemplo) y los almidones (arroz, pan, pasta, por ejemplo).

A nivel químico esto tiene una razón: los almidones requieren un medio básico a alcalino para su digestión; y las proteínas, un medio ácido.

Al hacer esta combinación, los almidones perjudican la digestión de las proteínas, disminuyendo la acidez del medio. Esto puede generar que se detenga la digestión de las proteínas y éstas permanezcan más tiempo en el estómago haciendo que se pudran y fermenten. De ahí la sensación de hinchazón o los gases, por ejemplo.

Lo mismo sucede, según Ingrid, con las combinaciones de dos proteínas diferentes (como el huevo y el queso, por ejemplo). El estómago tiene que modificar las condiciones de su medio para digerir cada una.

Las grasas (aceite, mantequilla, por ejemplo), por su parte, también tienden a disminuir la acidez del estómago, haciendo más lenta la digestión, y alterando la degradación de las proteínas, si se ingieren combinadas.

Ejemplos de algunas combinaciones que actúan como una "bomba" en el estómago:
  • Pan con queso
  • Pasta con queso
  • Carnes con patatas
  • Huevo con azúcar
  • Carnes con aceites
  • Huevo con queso
  • Carnes con queso

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Fuentes:

Ingrid Giovanniello Mugler