Por Barsilay Mora, Coordinadora Nacional de Voluntariado de Greenpeace México.
¿Quién puede regalar sus horas de trabajo en estos acelerados tiempos? ¿Quién, en tiempos de crisis financiera, es capaz de donar su conocimiento, su experiencia, su talento, sin esperar una remuneración a cambio? Existen unos seres extraños, que afortunadamente y a pesar de tener todo en contra, no se han extinguido... les llaman voluntarios.
El 2020 fue un año lleno de dificultades y necesidades para la población mundial. No obstante, el poder de la gente y de las y los voluntarios, marcaron su propia agenda. Un ejemplo es la fuerza de las y los voluntarios comprometidos con la preservación de nuestro planeta. Cientos de mujeres y hombres haciendo sinergia para garantizar la voz activa de la protección del medio ambiente.
Para las Organizaciones No Gubernamentales (ONG), el voluntariado es y siempre será esa fuente de energía renovable que impulsa nuestras campañas y que logra objetivos. Según el Informe de Voluntariado 2020, a este equipo lo integran mujeres y hombres (65.1% y 34.9% respectivamente) desde los 18 hasta los 64 años, con distintas ocupaciones y experiencias, que destinan su valioso tiempo en la planeación y ejecución de actividades para la promoción y protección de los derechos medioambientales y humanos.
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Sin duda alguna, el mayor reto del 2020 –en medio de esta terrible crisis sanitaria que vivimos a nivel global con la pandemia por Coronavirus- fue repensar la forma en la que trabajamos, las estrategias de movilización tradicionales y el activismo habitual también tuvieron que adecuarse al contexto sanitario, obligándonos a reconstruir la manera en la que nos organizamos.
Por ejemplo, el trabajo de los voluntarios y voluntarias de Greenpeace México, se realizó a través de la tecnología, trasladando las actividades a lo digital y fortaleciendo al equipo desde la virtualidad.
Pero, ¿qué hacen las y los voluntarios de Greenpeace?
Este 2020, las y los voluntarios trabajaron activamente en campañas decisivas. Entre las actividades que realizaron se encuentran múltiples capacitaciones –compartieron conocimiento, activismo en casa –crearon o firmaron peticiones-, acciones directas no violentas, talleres y charlas, apariciones en medios de comunicación y además de todo eso, impulsaron el cabildeo político, difundiendo información a favor del consumo responsable, lo que resultó en la construcción de 8 coaliciones multiactor en distintas ciudades, consiguiendo más de mil firmas para exigir reformas legislativas.
A pesar de las limitantes que representó la pandemia por COVID-19, las y los voluntarios de Greenpeace en méxico dedicaron a la defensa del planeta un total de 4 mil 293 horas.
En este sentido, la resiliencia de nuestro voluntariado en tiempos de pandemia no solo nos ha sorprendido, sino que también nos ha inspirado a continuar de pie en la lucha ambiental en México. Nos encontramos en el momento de reinventar la relación de la raza humana con la madre tierra. Todos, desde donde nos encontremos, igual en México que en Argentina, en España o en China, podemos hacer algo.
Sin duda, la fuerza de un movimiento reside en el poder de las personas que lo conforman, de todas aquellas voluntarias y voluntarios que lo nutren con su liderazgo, su compromiso y proactividad que consigue transformar el entorno que nos rodea, definitivamente no podríamos proteger el medio ambiente sin el increíble trabajo que hace el voluntariado.
El 2021 nos trae nuevos retos, pero estamos seguras que seguiremos reinventándonos una y otra vez.
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