El 5 de diciembre es el Día Mundial del Suelo, una celebración designada por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en 2013 con el objetivo de atraer la atención a los suelos, que son un componente fundamental de los ecosistemas del mundo.
La campaña de 2019 lleva el lema "Detengamos la erosión del suelo, salvemos nuestro futuro". Pretende generar conciencia sobre la importancia de mantener ecosistemas saludables y el bienestar humano.
La campaña aborda los desafíos crecientes en la gestión del suelo, difunde información sobre los suelos y alienta a los gobiernos, organizaciones, comunidades y personas de todo el mundo a que se comprometan a mejorar de manera proactiva la salud del suelo.
¿Qué es el suelo?
El suelo es la parte más superficial de la corteza terrestre. Contiene componentes biológicamente activos que provienen de la alteración física y química de las rocas y de los residuos de las actividades de seres vivos.
De acuerdo con la FAO, el suelo está formado por minerales, materia orgánica, organismos diminutos tanto vegetales como animales, aire y agua. Es una capa delgada que se ha formado muy lentamente, a través de los siglos, con la desintegración de las rocas superficiales por la acción del agua, los cambios de temperatura y el viento.
Las plantas y animales que crecen y mueren dentro y sobre el suelo son descompuestos por los microorganismos, transformados en materia orgánica y mezclados con el suelo.
Una hectárea de tierra fértil puede contener más de 300 millones de pequeños invertebrados como insectos, arañas, lombrices y otros animales diminutos. El equilibrio entre los diferentes componentes del suelo es importante para determinar su calidad y viabilidad como fuente de vida.
Los nutrientes del suelo crean las condiciones para que las plantas respiren, absorban agua y nutrientes y desarrollen sus raíces. Las lombrices, bacterias y hongos también producen humus, que es una forma de materia orgánica que retiene agua y nutrientes y ayuda a prevenir la erosión.
Con el tiempo, la erosión resultante de las actividades humanas se ha convertido en uno de los mayores desafíos contra la sustentabilidad y calidad de los suelos del mundo.
¿Qué es la erosión y por qué es una amenaza ambiental?
La erosión del suelo es la eliminación de sus capas más superficiales, las que entran en contacto directo con el aire y los seres vivos de la superficie. Puede ocurrir de manera natural, a un ritmo lento, por medio del contacto con el agua y los vientos.
Por el contrario, la erosión a causa de las actividades humanas como la minería y la agricultura ocurren a un ritmo mucho más veloz y preocupante, que puede ser entre 10 y 40 veces más rápido y destructivo que la erosión natural.
Las capas del suelo se forman a lo largo de siglos, acumulando nutrientes y distintas formas de vida vegetal y animal, pero pueden destruirse fácilmente en solo unos pocos años de industria si no se tratan con cuidado y conciencia.
Peor aún, se estima que sólo el 12% de la superficie de la tierra es fácilmente cultivable. El resto de los suelos presentarán dificultades a la hora de explotarlos para la agricultura, como sequías, temperaturas muy bajas, carencia de nutrientes minerales, exceso de sal, y la presencia permanente de nieve o hielo.
La erosión por causas humanas deteriora los suelos ricos y puede tener efectos devastadores en la productividad agrícola, disminuyendo considerablemente nuestra capacidad para generar alimentos vegetales.
¿Qué podemos hacer para proteger los suelos?
Los agricultores y los gobiernos locales y nacionales pueden aplicar una serie de mecanismos de protección para preservar la calidad del suelo.
Frenar la escorrentía en las laderas
Cuando se cultiva en laderas, el agua de lluvia circula libremente de arriba hacia abajo, erosionando el suelo: a esto se le llama escorrentía. Al aplicar mecanismos para disminuir la escorrentía, la capa fértil del suelo no es arrastrada.
Aplicar cobertura vegetal
Los pastos y los residuos de cosecha enriquecen el suelo y ayudan a protegerlo contra la erosión, especialmente en la época de lluvias, pero también evita que se reseque en época de sequía.
Usar barreras
Las barreras vivas como franjas de árboles y arbustos de hojas perennes defienden al suelo de la erosión provocada por el viento y la lluvia.
Evitar el sobrepastoreo
El pisoteo constante del ganado compacta el suelo. Adicionalmente, los animales herbívoros se alimentan selectivamente de ciertos tipos de pastos, y pueden hacerlos desaparecer de la región si no se gestiona correctamente el pastoreo, quitándole una capa natural de protección al suelo.
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