Seguramente hayan escuchado hablar del concepto de “huella de carbono”. Según la organización “The Nature Conservancy”, la huella de carbono (HC) está definida por el total de gases de efecto invernadero (incluyendo dióxido de carbono, metano, óxido nitroso, entre otros) que generan nuestras acciones diarias.
En consecuencia, la huella de carbono es un indicador ambiental que busca reflejar la totalidad de los gases de efecto invernadero (GEI) emitidos por efecto directo o indirecto de una persona, de un producto, un servicio, de una organización o de un país.
Entender el problema para ser parte de la solución
Gran parte de nuestras acciones diarias, como alimentarnos, movilizarnos, vestirnos o viajar, generan emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera en cada etapa de su ciclo de vida, (desde la obtención de las materias primas e insumos, hasta la obtención del producto final), generando así una huella de carbono.
Veamos este concepto en un ejemplo concreto y práctico: un alimento procesado, como un paquete de fideos que compramos en el supermercado. Este genera emisiones de dióxido durante todo su ciclo de vida:
● Primeramente, en el proceso de siembra y cosecha, seguramente se han utilizado tractores y maquinarias para su producción. En este caso vehículos alimentados por combustibles fósiles que al ser combustionados emiten dióxido de carbono a la atmósfera.
● Luego, al ser transportada la materia prima (el trigo en este caso) desde el campo hasta la fábrica, seguramente en un camión, que necesito de combustible fósil para moverse.
● Luego en la fábrica donde se manufactura dicho trigo para obtener el producto final, los fideos: al utilizar energía eléctrica en la industria se vuelve a emitir dióxido de carbono a la atmósfera. (Generalmente la energía eléctrica proviene de la quema de gas y petróleo en centrales termoeléctricas.)
● Dentro del proceso de manufactura, debemos considerar el envoltorio utilizado para empaquetar ese alimento, que generalmente es de material plástico. (Material derivado del petróleo o del gas, ambos combustibles fósiles)
● Una vez que el producto es fabricado y envasado, nuevamente se necesita del transporte, desde la industria hasta las ciudades y específicamente al comercio donde nosotros lo compramos. Una vez más en esta etapa se quema combustible fósil para su transporte y distribución.
Este ejemplo sencillo resume lo complejo que hay detrás de cada bien y/o servicio cotidiano, y su huella de carbono asociada. Considerando que esto mismo sucede con todos los productos y servicios, es alarmante saber que todo, absolutamente todo posee una huella de carbono, por consiguiente se generan emisiones de dióxido de carbono constantemente hacia la atmósfera.
¿Qué sucede a nivel ambiental?
Si bien en el pasado el clima de la Tierra sufrió enormes cambios a través de las eras geológicas, la comunidad científica ha identificado una tendencia creciente en la temperatura media mundial, fenómeno conocido como calentamiento global. Aunque en las causas de esta tendencia confluyen diversos factores que determinan variabilidad climática natural, como astronómicos (actividad solar, orbitales), geológicos (deriva continental, vulcanismo) y atmosféricos (El Niño, etc.), se señala como principal responsable el incremento del efecto invernadero, producto de la emisión de GEI a la atmósfera y de cambios en el uso del suelo.
La superficie de la Tierra recibe radiación solar de onda corta, e irradia energía al espacio en longitudes de onda más largas, o infrarrojas.
Existen naturalmente gases en la atmósfera que absorben la radiación infrarroja emitida por la Tierra y vuelven a emitirla en todas las direcciones, produciendo un calentamiento de la misma, y de la troposfera. La acumulación de gases de efecto invernadero (GEI), dejan pasar la radiación solar incidente que calienta la Tierra, pero obstaculizan la salida al espacio de la radiación térmica de onda larga emitida por nuestro planeta. De esta manera, se acumula más calor, resultando en un incremento de la temperatura. Esto se conoce como efecto invernadero (EI) y es un proceso natural que posibilita la vida en la tierra. Los gases de EI son el vapor de agua, dióxido de carbono (CO₂), ozono (O₃), metano (CH₄), clorofluorcarbonos (CFC) y óxido nitroso (N₂O).
Desde la época industrial, y debido a la quema de combustibles fósiles y acelerada deforestación, se han acumulado en la atmósfera una cantidad de GEI (sobre todo CO₂ y CH₄) que alteran el equilibrio natural del efecto invernadero en la Tierra. La irradiación de calor hacia el espacio se dificulta, la atmósfera absorbe más radiación terrestre (porque no se libera al espacio), y vuelve a ser emitida hacia la superficie, aumentando la contrarradiación atmosférica.
Los registros históricos del aumento y concentración de GEI en la atmósfera, son la mayor evidencia de la influencia antrópica sobre la composición de gases atmosféricos. Algunos de los indicadores de calentamiento global son: mayor temperatura de los océanos, mayor humedad en algunas regiones, mayor temperatura global promedio, retroceso de los glaciares, aumento del nivel del mar, entre otros.
Ahora bien, las emisiones provenientes de la quema de combustibles fósiles se acumulan en la atmósfera si no hay capacidad biológica de absorber estas emisiones. De esta manera, cuando se refiere a la Huella de Carbono, las toneladas de dióxido de carbono emitidas son expresadas como la cantidad de terreno productivo requerido para secuestrar dichas toneladas de carbono. Esto nos explica cómo es necesaria la biocapacidad para neutralizar las emisiones de la quema de combustibles fósiles.
La medición de la huella de carbono en un territorio no implica que el secuestro de esos gases sea la única solución al dilema de carbono en la atmósfera. Simplemente muestra la biocapacidad del ambiente necesaria para neutralizar todo el carbono residual que queda en la atmósfera resultado de nuestras acciones. Aca entran en juego los protagonistas: los bosques, los suelos, los humedales, los océanos, las plantas y otros organismos que allí habitan los cuales asimilan el dióxido de carbono atmosférico y lo transforman en oxígeno.
La crisis climática que enfrentamos hoy en día es porque el planeta no cuenta con una biocapacidad suficiente para neutralizar todo el dióxido de carbono proveniente de la quema de combustibles fósiles y el de otras fuentes.
Toda esta información ubica al cambio climático en un contexto mayor - uno que unifica a todas las amenazas ecológicas que enfrentamos actualmente. Calentamiento global , deforestación, fenómenos climáticos extremos como inundaciones y sequías, acidificación de los océanos, y la rápida extinción de especies, son todas parte de un sólo gran problema: la humanidad está demandando más de lo que la Tierra puede proveer. Haciendo foco en esto, podríamos controlar el resto de las amenazas ecológicas que enfrentamos.
La HC actualmente representa el 60% de la huella ecológica de la humanidad, y crece a un ritmo acelerado: ya desde 1961, ha aumentado once veces. Reducir drásticamente las emisiones de dióxido de carbono emitidas a la atmósfera es el paso esencial que debemos tomar, de forma individual y colectiva, involucrando a todos los sectores de la sociedad para terminar con el déficit ecológico, y vivir acorde a los límites planetarios.
Para poder reducir dichas emisiones, por consiguiente nuestra huella de carbono primero debemos entender y reconocer que somos todos responsables. Desde una persona hasta una industria, realizando actividades que directa o indirectamente generan emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera.
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Como individuos, disminuir esa cantidad de toneladas de carbono que generamos no es algo que se pueda lograr de la noche a la mañana, pero adquiriendo pequeños cambios en nuestros hábitos, ¡podemos hacer una gran diferencia!
Consejos que debemos tomar en consideración:
- Comer menos carne por semana o elegir carne de pastizal (no de feedlot);
- priorizar caminar, utilizar la bicicleta siempre que sea posible o priorizar el transporte público (evitar utilizar el auto);
- evitar viajar en avión, y/o tomar vuelos con la menor cantidad de conexiones posibles;
- hacer un uso eficiente y responsable de la energía eléctrica en nuestro hogar y lugar de trabajo;
- consumir bienes y servicios locales o nacionales (evitar el transporte de bienes provenientes de lugares lejanos).
Además podemos disminuir nuestra huella de carbono a través de la compensación de la misma, realizando o apoyando plantaciones de especies nativas en bosques.