Conocemos la importancia de reciclar, pero poco se habla del reciclaje de los artefactos tecnológicos. El problema es que toda la “chatarra tecnológica” contamina, mientras que su reciclaje reduce el impacto ambiental. Empieza a reciclar tus aparatos tecnológicos y el planeta te lo agradecerá con creces.
Celulares, televisores, notebooks, impresoras, teléfonos y tablets son tan solo algunos de los objetos que las personas se han acostumbrado a reemplazar con asiduidad y llegan a construir montañas de basura que contaminan.
Según las cifras del Monitor Mundial de Residuos Electrónicos de la Organización Mundial de las Naciones Unidas (ONU), anualmente se desechan 50 millones de toneladas de residuos de este tipo en el mundo, es decir, el equivalente al peso de 265 ballenas azules, ¡El animal más grande del mundo!.
Es hora de hacer algo al respecto: modificar nuestros hábitos de consumo y de ser posible, incorporar el reciclaje como estrategia habitual.
¿Qué son los Residuos Tecnológicos?
Los Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEE) son aquellos "resultantes de los aparatos que necesitan de la energía para funcionar, y que al ser desechados, contienen una pila o enchufe". Como están fabricados con tecnologías de avanzada, pueden contener sustancias tóxicas y metales pesados, conocidos por contaminar el suelo, agua y alimentos.
Pero no todo es tan gris: lo bueno es que poseen también compuestos como el oro, cobre, plata, platino y otros metales preciosos, que si se reciclan ahorran los costos ambientales derivados de la extracción de materias primas minerales.
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Contaminantes de todo el mundo
Estos residuos se desechan en todas partes, aunque en los países capitalistas y/o productores de tecnologías resultan más evidentes.
Según un informe de la ONU, el Monitor Global de Residuos Electrónicos 2020 registró 53,6 millones de toneladas de chatarra tecnológica y representa un aumento del 30% en solo cinco años. Además, Asia es el continente que más produce (24,9 millones de toneladas), seguida de América y Europa con 13 y 12 millones de toneladas, respectivamente.
En base a esto, predicen que en 2030 los residuos tecnológicos podrían alcanzar las 74 millones de toneladas, debido al reemplazo de equipos nuevos, por lo fácil que se vuelven obsoletos para los consumidores y la industria en general.
¿De qué se trata este tipo de reciclaje?
Ante todo, cabe aclarar que no es un proceso sencillo y que sólo se recicla una quinta parte de los RAEE generados en el mundo. Los residuos electrónicos son complejos porque cuentan con metales, plásticos y polímeros realizados con sustancias potencialmente tóxicas. Además, requieren de mano de obra competente para realizar el reciclado con la mayor seguridad posible.
Cuando los equipos quedan obsoletos, son recogidos y transportados a centros de clasificación. Allí lo que se hace es tratar de recuperar las materias primas y aumentar su vida útil. Luego, es necesario comprobar cual de las técnicas metalúrgicas es la correcta para recuperar su valor.
Estas son: Pirometalurgia (cuando se busca recuperar metales mediante el calor), Hidrometalurgia (al recuperar el metal con el uso de sustancias) o Biohidrometalugria (en los casos en que microorganismos destruyen la parte orgánica de los residuos, para poder reciclar los metales).
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Reciclaje tecnológico: beneficios ambientales y económicos
Reciclar tecnología es bueno para el ambiente, ya que la generación de estos residuos exige la extracción de materiales para fabricar nuevos aparatos y genera emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Además, la eliminación de los desechos influye en la contaminación.
Pero también, este tipo de reciclaje funciona como una alternativa para generar empleo y riqueza, debido a que rescata metales valiosos, evitando la necesidad de extraerlos de la naturaleza.
De este modo, la minería urbana representa una opción aceptable porque presenta menos daños al ambiente que la minería tradicional. Sin embargo, todavía no está exenta de impactos, dado el consumo de energía que se emplean en algunos métodos de reciclaje.