Por su versatilidad y diversidad de aplicaciones, el plástico es un producto extremadamente útil para infinidad de usos industriales. Sin embargo, el costo ambiental de su producción y de la enorme cantidad de desechos que genera ha hecho que muchos reconsideren su utilización.
Y no es para menos, ya que se sabe que gran parte del plástico que no termina en el vertedero ni pasa por otras vías de gestión de residuos, como el reciclaje o la incineración, inevitablemente termina en el océano.
El plástico puede ingresar al océano como elementos grandes e identificables o como microplásticos, piezas de menos de cinco milímetros. Las piezas grandes se degradan y con el tiempo se convierten en microplásticos, pero nunca desaparecen por completo, por lo que representa una amenaza para la vida marina en ambas formas.
Entre 8 y 12 millones de toneladas de plástico procedentes de residuos mal gestionados en los cinco continentes colapsan cada año los océanos. Un 15% de los residuos se mueven por la superficie marina, otro 15% llega a las costas y el resto se hunde en el fondo. Así es como se ha acumulado en grandes cantidades incluso en áreas de aguas profundas a las que los humanos nunca han tenido acceso.
Un estudio de 2014 que alrededor de cuatro mil millones de fibras de plástico microscópicas podrían estar ensuciando cada kilómetro cuadrado de sedimento de aguas profundas en todo el mundo.
Crear conciencia
“Debemos explicar a la audiencia las consecuencias que tiene un gesto tan normalizado como tirar una botella de plástico al mar, que lejos de desaparecer rápido, perdurará en el océano varias generaciones”, dijo Roman Aebersold a EFE Verde.
Aebersold fue comisario de la exposición “Mares de plástico. Del problema a la solución”, inaugurada recientemente en Barcelona con el objetivo de concienciar a la sociedad sobre la gravedad de la basura plástica que inunda el océano.
La alta concentración de basura plástica en el mar provoca que muchos animales ingieran enormes cantidades de plástico. Como parte del ciclo, estos microplásticos terminan en nuestros platos de comida.
“Los microplásticos invaden todas las playas del mundo porque las industrias plásticas tiran sus residuos al mar con total impunidad”, dijo Aebersold.
El experto destacó el caso de Indonesia como un ejemplo a seguir: el país asiático tiene un programa en el que la población recoge la basura y a cambio recibe un bono para financiar su atención médica.
Otras propuestas incluyen hacer cepillos de dientes, un producto típicamente fabricado con plástico, con materiales biodegradables como el bambú, o alfombras e incluso trajes de baño hechos con redes de pesca de nailon recuperadas del fondo del mar. Las alternativas existen, pero es necesario que haya la iniciativa política para aplicarlas.
Qué podemos hacer
- Dile que no a las bolsas de plástico. En cambio, usa bolsas de tela.
- No uses sorbetes. Si te parece muy necesario, puedes conseguir uno reutilizable.
- Compra a granel y evita todos los envases innecesarios.
- No utilices vajilla desechable.
- Si vas a comprar comida, lleva tu propio recipiente.
- Recicla y reutiliza todo lo que puedas. También puedes hacer botellas de amor.
- Reclama políticas ambientales más estrictas.
- Difunde información sobre este grave problema de contaminación para que todos estén al tanto.
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