Por Ornela Garelli*
La contaminación plástica es uno de los principales problemas ambientales que enfrenta nuestro planeta en la actualidad. Anualmente se producen más de 300 millones de toneladas de plástico a nivel mundial. En México, esta cifra asciende a 7 millones de toneladas cada año, de las cuales el 48% se utiliza para la fabricación de envases y embalajes, es decir para plásticos de un solo uso que serán desechados inmediatamente después de su uso o de haber sido usados un par de veces.
El modelo de producción y consumo desmedido que prima en la actualidad, sostenido por la cultura del usar y tirar, está llevando a una generación de desechos insostenible para el planeta. De acuerdo a ONU Medio Ambiente, cada año llegan alrededor de 13 millones de toneladas de basura plástica a nuestros océanos, lo cual pone en peligro a más de 700 especies marinas.
Un estudio reciente de Greenpeace México y el Centro para la Diversidad Biológica (2019) ha expuesto la presencia de microplásticos (plásticos con un diámetro de alrededor de 5mm) en los estómagos del 20% de los peces analizados, los cuales fueron capturados en tres zonas distintas de la República mexicana: el Golfo de California (La Paz), el Golfo de México (Puerto de Veracruz) y el mar Caribe (Puerto Morelos).
Los ejemplares muestreados representan peces de importancia comercial, es decir que consumen las y los mexicanos. Es por esto que la contaminación plástica, más allá de una problemática ambiental, puede llegar a tener implicaciones para la salud humana.
Debido a la magnitud de este problema se requieren medidas que atiendan la cuestión desde el origen. Un camino para lograrlo (uno largo) es a través de la promoción de legislaciones que regulen los plásticos de un solo uso y los residuos que estos generan.
Desde comienzos de 2019, el Senado mexicano inició un proceso de parlamento abierto en el que, mediante la realización de diversos talleres, se escucharon las perspectivas y propuestas de diversos actores, como la industria y la sociedad civil, en torno a los plásticos de un solo uso y la contaminación que han generado. Como en todo asunto espinoso, intereses políticos y empresariales han estado presentes para perpetuar esta cultura del usar y tirar, y mantener los niveles de producción y consumo actuales.
Sin embargo, luego de un amplio trabajo de cabildeo, la Alianza México Sin Plástico, conformada por más de 130 organizaciones de la sociedad civil, logró el respaldo de diversos senadores en una propuesta multipartidista para modificar la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de Residuos e incluir aspectos clave para modificar los patrones de producción y consumo actuales.
Por ejemplo, esta iniciativa logró incluir el principio de responsabilidad extendida al productor que, de ser aprobado, permitirá que la industria que produce el plástico que inunda el planeta se haga responsable de la gestión de los residuos que sus productos generan luego de ser desechados, al mismo tiempo en que se comprometan a reducir sus niveles de producción y comercialización de plásticos de un solo uso.
De la mano con el interés por reducir el uso de este tipo de plásticos y de prohibir aquellos que resultan innecesarios y pueden sustituirse por otras opciones más amigables con el planeta, la iniciativa presentada propone la creación de una verdadera economía circular, a través de la generación y uso de productos durables y reutilizables, no tóxicos y que generen cero residuos.
Esta iniciativa ya ha sido presentada para su discusión en las comisiones dictaminadoras, esperamos que las y los legisladores sean conscientes de la gravedad que este problema representa para nuestro planeta y actúen en consecuencia, aprobando estas modificaciones resultado de un gran ejercicio de participación ciudadana. La responsabilidad está en sus manos.
* Ornela Garelli es campañista de Océanos sin Plásticos en Greenpeace México, integrante de la Alianza México Sin Plástico.