En 2018, la ONG World Animal Protection realizó una investigación en varios países del mundo con el fin de evaluar la escala y realidad de la industria de entretenimiento con delfines, una de las actividades más vendidas y redituables de la industria turística que esconde el sufrimiento de diversos animales.
Con el objetivo de obtener el panorama más real posible, se identificaron 355 instalaciones abiertas al público a nivel mundial, repartidas en 58 países, que mantienen delfines u otros cetáceos en cautiverio. Uno de los resultados más alarmantes es que se detectó que el 93% de las instalaciones para delfines a nivel mundial, ofrecen espectáculos con ellos como objeto de diversión.
Entre los trucos realizados durante los espectáculos, se detectaron el arrastre de los entrenadores por parte de los delfines con sus aletas en el agua, el hecho de que lleven en sus lomos a los entrenadores para que estos puedan surfear sobre los animales o que los cetáceos los impulsen fuera del agua con su hocico. Y como si esto fuera poco, a menudo se les hace salir del agua para que realicen acrobacias al son de la música a 110 dB (similar al volumen de un concierto de rock).
Lo más paradójico, es que las organizaciones que promueven este tipo de actividades argumentan que sus fines son educativos. Pero analizando dichos comportamientos y entendiendo que los animales silvestres pertenecen a la naturaleza, ¿es posible sostener la veracidad de dicha afirmación?
Veamos entonces los mitos que utilizan estas compañías para justificar su crueldad y convencerte de que visitarlos es un acto de amor hacia la naturaleza.
Mito 1: Los delfinarios son educativos
Ver delfines en cautiverio no es una experiencia educativa real. Lo que ves son animales entrenados, atrapados en contra de su voluntad y con comportamientos antinaturales. Esto no solo es dañino para ellos, sino que también le enseña a los niños que los animales no merecen libertad.
Mito 2: Los delfines cautivos ya no son animales silvestres
Los delfines cautivos no están domesticados, están atrapados. La domesticación requiere miles de años y circunstancias específicas. Los delfines cautivos todavía son animales silvestres y nunca suplirán sus necesidades en estos lugares. Incluso si un delfín nace en cautividad, no está domesticado. Necesitamos protegerlos en su estado natural, no confinarlos en tanques pequeños y estrechos.
Mito 3: son vitales para la investigación y la conservación
La mayoría de los delfines no están en peligro. En los últimos 50 años, menos de 40 delfines han sido liberados de vuelta al mundo natural, y los que nacen en cautiverio, probablemente nunca sean liberados, sino por el contrario, retenidos para entretener a turistas. No te dejes engañar, eso es entretenimiento, no ciencia.
Mito 4: Los delfines cautivos quieren interactuar con nosotros
Los delfines son curiosos e inteligentes por la naturaleza, por lo que, al estar en su hábitat natural, puede que investiguen a los humanos por su cuenta. Pero esto no es lo que pasa en cautiverio. Algunos delfines cautivos han sido privados de alimentos y entrenados para realizar trucos. Esto no significa interactuar con humanos; están haciendo un trabajo. Los delfines cautivos sí desarrollaron vínculos con sus entrenadores, pues porque no tienen otra opción.
Mito 5: A los delfines les encanta hacer shows
Los delfines cautivos no están siguiendo sus sueños; lo único que les hace felices es ser libres y vivir en su hábitat junto a su comunidad. En este caso, están realizando un trabajo forzoso bajo presión. Hacen trucos porque así es como obtienen alimento, no porque les divierta. Esto no podría estar más alejado de su comportamiento natural. Puede que parezcan estar sonriendo, pero no te confundas, es solo la forma de sus rostros.
Mito 6: Los delfines cautivos son felices y saludables
Puede que algunos vivan más en cautiverio, pero ¿a qué costo? Los delfines cautivos se aburren y se desaniman nadando indefinidamente en círculos. Algunos se vuelven agresivos y atacan a sus compañeros de celda debido al confinamiento. Muchas veces rechinan sus dientes y muerden las paredes y rejas de su tanque.
A algunos incluso se les ha observado tomando la decisión de dejar de respirar (esta especie tiene conciencia del suicidio). Sin mencionar los efectos del cloro y la sobreexposición a la luz solar en sus tanques poco profundos y estrechos. ¿Es este un estilo de vida que te gustaría llevar por mucho tiempo?
Mito 7: Los parques de delfines proveen ambientes naturales.
Una piscina y el mar no son lo mismo. En la naturaleza, los delfines nadan hasta 100 km al día en un océano lleno de otros animales, plantas y un sinfín de variedades. En captividad, están confinados a tanques 200,000 veces más pequeños que su hábitat natural y reducidos a una pequeña cantidad de compañeros, cuando en verdad, aman vivir en grupos. Son arrebatados de sus madres a muy temprana edad, lo que resulta en comportamiento agresivo y peleas. ¿Dónde preferirías vivir?
Puedes ser parte del cambio
Nuestra investigación mostró que, para más de la mitad de los visitantes de delfinarios, el motivo de su visita fue su amor por los delfines. Esto demuestra que, pese a que la gran mayoría de visitantes tiene educación incluso universitaria, existe un gran desconocimiento sobre la realidad que esconden este tipo de actividades, así como de las necesidades de los delfines y cómo la vida en cautiverio pone en riesgo dichas necesidades.
La “sonrisa” del delfín, resultado de la forma de su mandíbula y no de su estado emocional, da una falsa imagen de la vida en cautiverio y contribuye al mito de que los delfines en cautiverio tienen una vida feliz. Los delfines en cautiverio no tienen razones para sonreír, pues les han arrebatado su libertad.