Las grasas y aceites vegetales tienen distintas características; es decir, no todas son buenas. De por sí, el ser humano se ha acostumbrado a la idea de que todo lo proveniente de las hortalizas, o frutas, es beneficioso para la salud y el medio ambiente, pero realmente no es así. El aceite de palma es uno de estos productos, ya que sus consecuencias son múltiples, a pesar de ser de origen vegetal. Pero, ¿es realmente malo este aceite?
El fruto de palma es utilizado desde la antigüedad. Sus diversas aplicaciones han hecho de su existencia una industria a gran escala, ya que produce dos aceites: el del fruto y el de la semilla. A pesar de que se conozcan otras especies que contengan mejores beneficios, la palma aprovecha la cantidad de hectáreas de una manera impresionante. “Elaeis guineensis” es el nombre dado para la planta de donde surge este aceite vegetal.
¿De dónde sale el aceite de palma?
Es proveniente de África y cultivado en Guinea, Nigeria, Indonesia, Malasia, parte de Guatemala y otros espacios de Latinoamérica. Esto es el resultado de sus características, porque exigen condiciones climáticas específicas: tropical caluroso, selva húmeda. Realmente, es un fruto raramente conocido; sin embargo, su aceite es muy consumido porque está presente en gran cantidad de productos. Básicamente, forma parte de la industria alimentaria, farmacéutica y cosmética.
La planta puede tener muchos años de vida, pero dependerá si es bajo cultivo o no. El fruto de la palma es normal y muy frecuente. Su estructura es bastante compuesta, ya que posee una piel muy brillante y lisa, en su interior un tejido con células de aceite, semilla o nuez que protegen una almendra aceitosa. De igual modo, se pueden encontrar algunos frutos “blancos” que no posean ni el aceite, ni la almendra. Además, en su exterior, es bastante pequeño, con forma ovoide y de 6 a 12 gramos en peso.
¿Por qué es malo o dañino?
La mayoría de los aceites reúnen características de composición diferentes, por lo que cada uno va a tener un impacto en la salud diferente. Generalmente, surten beneficios al no ser grasas saturadas, pero este no es el caso del aceite de palma. Muy al contrario, es excesivamente rico en grasas saturadas, hasta un 50%. Por lo que un consumo muy frecuente podría producir grandes afecciones a la salud.
Su producción en la actualidad está siendo altamente criticada, ya que también afecta al medio ambiente. Sin embargo, muy alejado de ello, la cantidad de ácidos grasos contenidos en el aceite de palma pueden producir alteraciones en el colesterol, riesgo de enfermedades cardiacas, cerebrovasculares, en la vesícula y desarrollo de células cancerígenas. Además, el hígado debe trabajar en exceso para poder eliminar estas sustancias de la sangre, por lo que puede producir un “hígado graso”.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) alega que hay gran cantidad de pruebas acerca del riesgo del consumo del ácido palmítico y los alimentos ricos en grasas saturadas. Su mayor consecuencia es la probabilidad de desarrollar, o acelerar, enfermedades cardiovasculares.
El valor nutricional del aceite de palma es que, por cada 100 gramos, constituye una cantidad de 100 gramos de grasas y 885 kilocalorías con cero carbohidratos y proteínas. Por ello, se puede decir que es profundamente energético, pero no produce nutrientes al organismo. Y, peor aún, se encuentra más que todo en alimentos procesados, lo cuales ya tienen un valor de grasas saturadas, por lo que su consumo garantiza concentración de lípidos en la sangre.
Pero, ¿Por qué la industria alimentaria lo utiliza? La respuesta es que, al tener una facilidad de producción, el aceite de palma es uno de los más económicos, versátil y maleable. Es un alimento de muchas controversias, debates y estudios; muchos aseguran que ninguna de sus afecciones es real y que nada está demostrado. Otros establecen que, debido a su extensa presencia dentro de las industrias actuales, la población ha elevado sus problemas de salud a corta plazo por las grasas saturadas.
Consecuencias al medio ambiente: ¿Cuáles son?
Hoy en día, gran cantidad de naciones se dedican al cuidado de sus ecosistemas, debido a los daños irremediables que estos presentan. El aceite de palma no solamente es nocivo para la salud, sino que su producción afecta al medio ambiente. Fácilmente se puede notar que no es sostenible en ninguna de sus facetas. Nada más la plantación de la palma aceitera genera contaminación, deforestación y pérdida en la biodiversidad.
Por otra parte, debido a la formación de la fruta, su procesamiento crea cantidades de desechos sólidos y su eliminación a veces suele ser problemático. Y, por ello, la mayor parte de los residuos son quemados para producir vapor y ser utilizado como combustible. Al ser una industrialización tan avanzada, la quema emite muchos contaminantes a la atmósfera, contribuyendo al aumento de los gases del efecto invernadero.
Aunque sea dañino para la salud y el ambiente, las industrias aún lo tratan como un negocio. Su producción ha aumentado considerablemente, ya que en el año 1995 se producían, aproximadamente, 15 millones de toneladas. Y, en el año 2015, se halló un crecimiento notable para alcanzar los 61 millones de toneladas. Ahora bien, el consumo de aceites como el de soja o el de oliva es más sano, pero su plantación no es tan rentable como la planta de palma.
Aceite de palmas y el Amazonas
El Amazonas forma parte de una de las extensiones de tierra más importante del planeta, ya que es considerado un pulmón natural. Su masa territorial se encuentra dividida en distintos países de Latinoamérica y, en los últimos tiempos, ha sufrido graves consecuencias por el impacto ambiental. La degradación se debe a las malas prácticas de agricultura, minería y expansión urbana; siendo la planta de palma la más avanzada.
Malasia e Indonesia concentran más del 80% de la producción de aceite de palma, por lo que sus bosques se encuentras totalmente devastados. Por ello, se han comenzado diversas estrategias en el Amazonas para que no sufra las mismas consecuencias de los países anteriormente mencionados. De hecho, en el año 2010, Brasil inició su Programa de Producción de Aceite de Palma Sostenible con la intención de mantener los espacios del Amazonas y enviar los cultivos a territorios ya despejados. Con esta actividad, se preserva el medio ambiente de la explotación de los sumideros de carbono y se evita transformar los bosques húmedos tropicales en grandes sabanas.