Aunque se presenten como los abanderados de la "agricultura sustentable", la multinacional estadounidense Monsanto se ha hecho conocida en el mundo entero por su producción y comercialización de semillas transgénicas y otros productos que prometen cuidar los cultivos, pero dañan la salud y el medio ambiente.
Si bien señalan en su sitio web que: "Miles de millones de personas dependen de lo que hacen los agricultores. Y miles de millones más lo harán en el futuro", se han encargado a lo largo de sus más de 100 años de existencia de destruir y alterar los alimentos y suelos del mundo entero.
Sin embargo, la acción de millones de activistas ambientales ha hecho que lo que parecía imposible se hiciera realidad: Monsanto será llevado a juicio en el Tribunal Internacional de La Haya durante el 2016. Y no solamente eso, sino que será acusada de haber cometido crímenes de lesa humanidad.
La noticia fue publicada en el portal internacional de noticias agrarias "Sustainable Pulse" luego de una conferencia de prensa organizada durante la Cumbre Mundial sobre Cambio Climático COP21 en París.
Las organizaciones impulsoras de este fallo fueron: la Asociación de Consumidores Orgánica (OCA), la Federación internacional IFOAM, Navdanya, Regeneration International (RI), y Millones contra Monsanto, junto a otras organizaciones y grupos socioambientales, de alimentación y de productores.
Sin duda, éste es un avance muy importante, ya que el reclamo de los activistas ha llegado al principal órgano judicial de las Naciones Unidas, lo cual implica reconocer que la alimentación y el medio ambiente son cuestiones que no pueden dejarse libradas a las empresas.
Desde "Sustainable Pulse" se informó que dentro de los daños que ha generado la multinacional Monsanto a lo largo de su existencia, se encuentra la elaboración de productos tóxicos, así como también las muertes, enfermedades y perjuicios provocados al medio ambiente a partir de su uso.
Muchos de los productos que Monsanto comercializa incluyen sustancias como el PCBs (bifenil-polyclorinato), uno de los llamados "contaminadores orgánicos persistentes" (POP) dentro de los que se encuentran los pesticidas, insecticidas y herbicidas; y que afectan a los animales y la fertilidad.
Del mismo modo, sus productos incluyen 2,4,5 T (2,4,5-ácido triclorophenoxyacetico), un componente que fue utilizado por el ejército de los Estados Unidos en Vietnam; y continúa causando defectos y cáncer.
Por otro lado, Monsanto es el responsable de producir y comercializar el herbicida "Round-up", señalado como probable agente cancerígeno por la Organización Mundial de la Salud al contener glifosato. Este producto se utiliza conjuntamente con las semillas modificadas genéticamente, sobre todo en grandes monocultivos, como el de la soja.
Además de esto, Monsanto contamina el medio ambiente, emite gases de efecto invernadero, agota los suelos, acelera la pérdida de biodiversidad, desplaza pequeños agricultores, y pone en peligro la soberanía alimentaria de los pueblos al vender y patentar semillas.
En la conferencia de prensa donde se informó el fallo, Andre Leu, presidente de IFOAM y miembro del Comité Directivo de RI, señaló que: "Monsanto es capaz de ignorar el daño humano y ambiental causados por sus productos, y mantener sus actividades devastadoras a través de una estrategia de ocultamiento sistémica". Además, agregó que: "La historia de Monsanto se lee como un caso de libro de texto de la impunidad, en beneficio de las empresas transnacionales y sus ejecutivos, cuyas actividades contribuyen la crisis del clima y la biosfera, y ponen en peligro la seguridad del planeta ".
El tribunal popular sesionará entre el 12 y 16 de octubre de 2016, fecha en que se celebra el Día Mundial de la Alimentación, y tendrá como objetivo: “evaluar los hechos que se le imputan y juzgar los daños ocasionados” en base a “los Principios Rectores sobre Empresas y Derechos Humanos, adoptados por la ONU en 2011”. También evaluará la responsabilidad criminal en potencia, y tendrá en cuenta si es necesaria una reforma del derecho penal internacional para incluir los delitos contra el medio ambiente, o el ecocidio.
Este reconocimiento es el signo de un gran avance que marca un horizonte de posibilidad y de esperanza en el reconocimiento de nuestros derechos. Solo la unión hará que logremos, como en el caso de Famatina, hacer valer nuestra vida por sobre el dinero.