Cuando el canadiense Robert Bezeau llegó a Panamá no se encontró con el paraíso natural que mostraban las fotografías. Las costas y las aguas del mar estaban contaminadas con residuos plásticos que agregaban a las postales que había visto antes de llegar, la huella de la acción del hombre durante muchos años. Pero él, a diferencia de otros, no volvió a irse, sino que puso sus manos e ingenio al servicio del cambio.
"Desde 2014 he recogido un millón de botellas de plástico. Estuve mucho tiempo pensando qué hacer con ellas hasta que un día me vino la inspiración", señala Robert, refiriéndose al origen de su proyecto: la construcción de una aldea con botellas plásticas.
The Plastic Bottle Village (o La Villa de Botellas Plásticas) estará sumergida en la selva tropical de la Isla Colón, en Panamá; y será la primera aldea levantada a partir de botellas de plástico PET recicladas.
"Si te pido que saques de tu casa todo el plástico, lo más probable es que se te quede vacía y que te termines incluso desnuda, porque mucha de la ropa que llevamos está hecha con plástico. Antes vivimos la era de piedra y de hielo, hoy nos toca vivir en la era de plástico", señala Robert.
La contaminación producida por el plástico es uno de los mayores problemas ambientales que enfrentamos. De hecho, según un estudio presentado por el Foro Económico Mundial de Davos (Suiza), si esta situación no se revierte, en el 2050 podríamos tener más plástico que peces en el océano.
Además, las botellas de plástico tardan cientos de años en degradarse, y cuando se convierten en partículas pequeñas aun pueden ser comidas por aves y peces, dañando sus organismo.
La aldea tiene el diferencial de utilizar las botellas PET en la construcción, de manera de reutilizar un material que de otra manera, quedaría acumulado como residuo. ¡En una sola casa se pueden reciclar alrededor de 10.000 botellas PET!
Las botellas se rellenan de arena y se colocan dentro de una estructura metálica que se recubre con cemento. Además de generar un efecto aislante térmico, capaz de disminuir diez grados la temperatura en el interior del hogar respecto del clima, las viviendas son resistentes a terremotos, y soportan la humedad ambiental, característica de esta zona geográfica.
"Es una técnica de construcción revolucionaria y, sobre todo, verde. Aunque cueste creerlo, estas casas son más frescas porque las botellas de plástico actúan como aislantes", señala Robert.
Por otro lado, y a nivel económico, este modo de construcción precisa poco tiempo y permite ahorrar dinero en comparación con los materiales tradicionales.
La aldea está diseñada para coexistir con la naturaleza y reducir el impacto ambiental. Ocupa 33 hectáreas de selva, desde la orilla del mar, y comprende tres fases de desarrollo en las que se planean construir 120 viviendas y una pequeña tienda y albergue, rodeados de huertos orgánicos y espacios para practicar yoga y realizar otras actividades saludables como el senderismo.
"Las hormigas crean sociedades donde hay comunicación, cooperación y el trabajo está bien dividido. En Plastic Bottle Village aspiramos a reunir a un colectivo de mentes y cuerpos que quieran trabajar juntos para crear conciencia sobre la reutilización y tratar de solucionar el problema mundial del plástico", resalta Robert.
El equipo de Plastic Bottle Village está promocionando la comunidad en las redes sociales, en ferias inmobiliarias y en plataformas de crowdfunding. Conoce más sobre este proyecto aquí.