Seguramente alguna vez lo leíste y tuviste la percepción de que, de alguna forma, era mejor, más seguro o más cuidadoso para tu piel.
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Que un producto sea dermatológicamente testeado quiere decir que ha sido probado en laboratorios para que no provoque alergias o irritaciones con su uso.
Pero no dice nada sobre cómo ha sido probado. Y he aquí el pequeño detalle que sería bueno que conozcas: probablemente muchos han sido probados en animales.
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En países como Argentina, el testeo en animales todavía es una condición para que algunos medicamentos o productos cosméticos puedan venderse. Pero otros países como los que conforman la Unión Europea, Israel, India y Noruega ya cuentan con leyes que lo prohíben. Allí utilizan tecnologías alternativas como el cultivo de células y tejidos humanos.
Los productos por lo general se prueban en conejos, cobayos, ratas, cerdos, perros y gatos, entre otros. Cada animal es sometido varias veces a distintas pruebas hasta que muere, no sin haber sufrido la acción de agentes irritantes de piel y ojos, además de haber sido sujetos a estrés psicológico, infectados con enfermedades; quemados o mutilados; entre otros “experimentos”.
Para saber si un producto no ha sido testeado en animales tienes que buscar los que lo digan explícitamente en el empaque. Algunos llevan un símbolo de un conejo, o simplemente tienen la leyenda de “libre de maltrato animal” ("cruelty free" o "not tested in animals" o “vegan”).
Esto quiere decir que ni el fabricante, ni el responsable de la venta, ni los proveedores, han realizado o encargado pruebas en animales del producto, su prototipo o alguno de los ingredientes que lo componen.
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