El Club de Reparadores es un movimiento que promueve el consumo responsable y el cuidado del ambiente a través de la reparación de objetos. El proyecto surgió en 2015 con la intención de resignificar la reparación como una estrategia para prevenir residuos.
"Desde el equipo fundador veníamos trabajando mucho en torno al reciclaje de residuos y, bastante decepcionadas con esta estrategia como solución, decidimos enfocar nuestros esfuerzos en evitar y prevenir la basura y contribuir a un cambio cultural en la forma en la que consumimos", cuenta Marina Pla, una de las fundadoras. "Una residencia en CheLa, de la mano del estudio de arquitectura a77 nos permitió darle forma al proyecto y lanzarlo con un primer evento en el espacio público en Parque Lezama en noviembre de 2015", agrega.
¿Cual es el objetivo del proyecto?
Promover el consumo responsable y contribuir a un cambio hacia un modelo de consumo más sostenible. Club de Reparadores hoy es uno de los proyectos centrales de Artículo 41, nuestra Asociación Civil sin fines de lucro, a través de la cual buscamos contribuir a un cambio de paradigma mediante la creatividad, la comunicación y la participación ciudadana.
¿Quiénes están detrás del Club de Reparadores?
Es un proyecto que co-fundamos con Julieta Morosoli, Melina Scioli, y que fue posible desde el primer encuentro gracias a un equipo de reparadores y colaboradores voluntarios que se acercaron a colaborar y aportar su saber.
¿Qué desean transmitir?
Siempre hacemos hincapié en la importancia de que todos asumamos una mayor responsabilidad y poder en nuestro rol, como consumidores y como ciudadanos, para lograr cambios profundos, sistémicos y urgentes ante la grave crisis ambiental y climática que atravesamos. Creemos que, como dice Greta Thunberg, nadie es demasiado pequeño como para hacer una diferencia. Si todos asumiéramos una mayor responsabilidad por hacer aquello que sí está a nuestro alcance, sin duda tendríamos posibilidad de construir una realidad muy diferente, para nosotros, para nuestro planeta y para las demás especies que lo habitan.
¿Qué es lo que más les gusta de este proyecto?
Valoramos mucho la dimensión real y humana de la actividad. No solo promovemos el consumo responsable y generamos conciencia sobre lo insostenible de nuestro actual modelo de consumo lineal, y sobre la necesidad de que las cosas sean diseñadas para ser más durables, sino que también generamos una instancia concreta donde juntos podemos hacer algo al respecto. La reparación de objetos como actividad colaborativa tiene también un gran valor a nivel comunitario, ya que los eventos del Club de Reparadores son espacios e instancias de encuentro para el trabajo conjunto en pos del bien común.
¿Cuál es la huella que creen que deja?
Más allá de todos los objetos que logran ser reparados en cada evento –y el impacto que eso tiene en términos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, de ahorro de recursos, y de reducción de residuos– a un nivel más simbólico también estamos cambiando nuestro rol como consumidores y nuestra relación con los objetos, así como con los recursos de los que están hechos.
¿Cuáles fueron los miedos que tuvieron al principio, cuando empezaron con esto?
Desde el comienzo del proyecto, y casi antes de cada evento del club, los miedos son los mismos: que no venga nadie, que no haya suficientes reparadores voluntarios, o suficientes objetos para reparar, o que las reparaciones sean demasiado difíciles o imposibles, y que no logremos reparar nada. A lo largo de los cuatro años que llevamos haciendo esto entendimos que quizás el mayor valor del proyecto no está tanto en el éxito de las reparaciones o en el resultado en sí, sino en el mero hecho de generar instancias donde colectivamente lo intentamos. Y aún cuando no se logra reparar un objeto, siempre hay un aprendizaje, una toma de conciencia sobre las razones por las cuáles no se logró, y sobre la forma en la que las cosas están diseñadas y producidas en nuestro modelo de consumo lineal, que muchas veces condena al descarte.
¿Qué las enorgullece del club?
Cumplir cuatro años llegando a 70 eventos comunitarios organizados en toda América Latina, sentir que la comunidad que apoya, colabora e impulsa con nosotros el Club de Reparadores crece constantemente. También que se hayan armado tantos grupos estables organizando eventos del Club de Reparadores de manera independiente en Montevideo, Córdoba, México, Comodoro Rivadavia y Bariloche. Nos enorgullece también ser parte de una comunidad internacional de grupos y organizaciones trabajando en torno a la reparación.
¿Cuáles son los próximos desafíos?
Estamos trabajando en un nuevo proyecto que nos entusiasma muchísimo: una Guía de Reparación. Se trata de una plataforma online que servirá para buscar y recomendar reparadores por rubro y por cercanía, y que a su vez servirá a los reparadores a difundir su trabajo, que es clave para acercarnos a un modelo de economía circular. Estamos en la fase de construcción de la base de datos de esta guía, y planeamos lanzarla a principios de 2020. También estamos actualmente trabajando en el desafío de acompañar e incentivar a escuelas a organizar eventos y actividades de reparación dentro de la comunidad escolar.
¿Qué creen que engancha a la gente de su proyecto?
El sentido común. Todos en algún lugar empatizamos instantáneamente con el deseo de poder hacer algo para que las cosas duren más tiempo, el sentido común nos dice que algo está mal con el ritmo actual de consumo y descarte.