Las olas de calor en las ciudades son cada vez más frecuentes. Esto tiene que ver con la aceleración de la crisis climática y con un fenómeno conocido como las “islas de calor urbanas” que se producen por el avance del asfalto y las construcciones de cemento y hormigón; a costa de la pérdida de espacios verdes y espejos de agua en las ciudades. Esto provoca que el calor acumulado durante el día se libere por la noche, y las temperaturas mínimas y medias se mantengan elevadas por un tiempo prolongado.
Esto pone en riesgo la salud y la vida de las personas, afectando el descanso y la capacidad de atención, y llegando a generar cuadros graves de deshidratación, especialmente en adultos mayores y en niños pequeños. A su vez, este fenómeno lleva a un aumento del uso de energía para refrigerar las viviendas, impactando en la economía y en la calidad de vida de los sectores más vulnerables.
Un nuevo avance en materia ambiental tuvo lugar en la Ciudad de Buenos Aires. Y es que una estación de servicio del barrio porteño de Belgrano realizó la primera instalación de un «árbol líquido», el cual constituye una alternativa para purificar el aire en grandes ciudades al actuar como fotobiorreactor o instalación para cultivos masivos de algas que producen oxígeno y disminuyen la cantidad de dióxido de carbono (CO2).
Un «árbol líquido» es un dispositivo con la capacidad de absorber dióxido de carbono y que equivale a 20 árboles forestales jóvenes en su capacidad de purificar el aire
El proyecto original, denominado Liquid 3, fue diseñado por el Instituto de Investigación Multidisciplinar de la Universidad de Belgrado, en Serbia, y está basado en un concepto de sostenibilidad alternativa para entornos urbanos que poseen un espacio limitado o que representan una fuente de contaminación elevada, donde plantar árboles resulta inviable.
El árbol líquido serbio dispone de una estructura rectangular con un panel solar, un estanque “pecera” en el que hay microalgas, punto de carga USB y un asiento que alberga una capacidad para tres o cuatro personas, similar al de las paradas de autobuses.
También en ciudades como Ámsterdam, Hong Kong y en Alemania se desarrollaron proyectos de árboles inteligentes “autosuficientes” para combatir el efecto invernadero por el calentamiento global y la contaminación del aire, cuya humedad es factible de dosificar y controlar a través de internet.
En dispositivo que se instaló en la Ciudad de Buenos Aires, fue diseñado y puesto en funcionamiento por especialistas del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) en colaboración con Y-TEC (la empresa de tecnología de YPF).
Lee también: Por qué las baterías de litio ya no son tan necesarias como pensábamos.
Cada unidad se denomina Y-Algae y fue producida por especialistas del CONICET en colaboración con Y-TEC (la empresa de tecnología de YPF), basado en el proyecto original serbio, el Liquid 3.
Se trata de un módulo de fotobiorreactores con microalgas nutrido con dióxido de carbono (CO2) y aire, generando oxígeno y biomasa. Así se purifica el ambiente.
Los fotobiorreactores son instalaciones creadas para el cultivo masivo de algas con diferentes usos. ¿Cómo funciona? Una bomba inyecta continuamente aire del entorno con altos niveles de CO2 y hace circular el agua para que las algas, mediante la fotosíntesis, absorban el CO2 y liberen oxígeno, al igual que otros organismos fotosintéticos como los árboles. Según los especialistas, cada una “equivale aproximadamente a 20 árboles forestales jóvenes en su capacidad de purificar el aire.
Los estanques de este producto deben ser vaciados de manera periódica y el agua con microalgas reemplazada, por lo que la viabilidad de esta metodología en las ciudades depende del correcto mantenimiento. El tiempo dirá si el árbol líquido efectivamente cumple con las expectativas en cuanto a la contaminación.
«Los beneficios de las microalgas son un montón. Tienen la capacidad de dividirse y de crecer cuando están en condiciones apropiadas, y son capaces de fotosintetizar. Es decir, utilizan CO2, lo fijan para generar biomasa y en el proceso de fotosíntesis liberan oxígeno», detalló María Mar Areco, investigadora del CONICET y docente de la UNSAM.