En la naturaleza existen claras muestras de la existencia de energía. La luz y el calor emitidos por el sol, o la fuerza mecánica de ríos y caídas de agua, por ejemplo. El desarrollo tecnológico permitió utilizar estas fuentes de energía presentes en la naturaleza para emplearlas de acuerdo a las necesidades de la sociedad actual. Producir energía implica tomar formas de energía existentes en la naturaleza y transformarlas para nuestro provecho.
Es por ello que la energía es un elemento esencial de la actividad humana, y existe una relación estrecha entre el consumo de energía y el grado de bienestar de una sociedad.
Tenemos dos grandes fuentes primarias de energía en la Tierra, una proveniente del sol y la otra del centro de la tierra. Para la generación de energía eléctrica se pueden aprovechar estas formas de energía directamente, como la energía solar, o pueden ser transformadas mediante procesos complejos en otros tipos de energía.
Las fuentes productoras de energía son clasificadas en dos grandes grupos: energías renovables y no renovables.
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Las energías no renovables
Son aquellas cuyas reservas naturales son finitas. Es decir que si las utilizamos no se regeneran en tiempos geológicamente cortos, pueden tardar millones de años en formarse. Las energías no renovables son las más utilizadas en latinoamérica y el resto del mundo. Las mismas provienen de fuentes que, luego de utilizarse, pierden su capacidad de generar energía. Dentro de ellas están los fósiles, que permitieron que la humanidad diera un gran salto en su desarrollo económico y social.
Las fuentes de energía no renovable son: el petróleo, carbón, gas natural y la energía nuclear.
Las energías renovables
Son aquellas que en un período determinado natural vuelven a estar disponibles en una cantidad similar a la que se ha utilizado. También llamadas “energías limpias”, porque provienen de fuentes de energía que al ser utilizadas, no sufren modificaciones en su naturaleza: no son degradadas ni contaminadas. Simplemente, siguen su curso luego de ser explotadas.
Las fuentes renovables utilizan la energía de los elementos naturales como el sol, el viento o el agua para transformarlos en otra forma de energía, especialmente electricidad y calor. Dado que utilizan la energía de elementos naturales, su prestación es difícil de predecir - no se puede saber a ciencia cierta cuándo se dispondrá de los vientos adecuados, sobre el régimen de lluvias o de la intensidad de la radiación solar. La principal ventaja es que no emiten directamente gases de efecto invernadero, por lo tanto, su uso es fundamental para reducir las emisiones de los sistemas energéticos.
Son fuentes inagotables de energía, aunque en la actualidad, debido a las limitaciones técnicas, funcionan como complementos de las fuentes no renovables.
Las fuentes de energía renovable son la Energía Hidráulica, la Energía Solar, Energía eólica, Energía Mareomotriz, Energía Undimotriz, Energía Geotérmica y la Energía de la Biomasa.
Hacia un cambio de paradigma
Todas las actividades humanas generan impactos en el ambiente y la generación de energía eléctrica no es la excepción. Conviene recordad el principio ecologista: “La única energía que no contamina es la que no se usa”.
Dicho esto, es importante mencionar que tanto la generación de energía eléctrica a través de la utilización de fuentes de energía renovables y no renovables, generan impactos socioambientales. Las principales fuentes de energía de las que dependemos actualmente en el mundo y otras fuentes de energía que se proponen como renovables acarrean serias consecuencias para las comunidades, la biodiversidad y el ambiente en general.
La matriz energética de gran parte de los países de Latinoamérica es principalmente dependiente de los combustibles fósiles: gas y petróleo. Esta es una razón fundamental por la cual es importante que todos los ciudadanos reconozcan la necesidad de hacer un uso responsable de la energía eléctrica, debido a que los recursos que demandan son caros y escasos.
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Además, su producción y consumo liberan gases de efecto invernadero a la atmósfera, los cuales tienen un rol importante en el avance del cambio climático. Una mayor eficiencia en el uso de la energía implica un menor impacto ambiental por unidad de energía utilizada.
Es por ello que es preciso un cambio de paradigma en el esquema de aprovisionamiento y consumo energético, disminuyendo significativamente el uso de combustibles fósiles. Dejar de emitir dióxido de carbono implica dejar de utilizar combustibles fósiles para la generación de energía y sustituirlos, cuando sea posible, por fuentes de energías renovables.
Si bien este cambio parece simple, su puesta en práctica es extremadamente compleja porque implica cambios radicales, estructurales y profundos en el sistema económico, social y ambiental. Se requieren acciones transversales, donde se incluya una expansión del uso del secuestro de carbono para las industrias, se promulguen políticas públicas a favor de las energías renovables y se tienda hacia un modelo de producción no centralizada únicamente en grandes parques. Y sobretodo, es necesario modificar los patrones de consumo.
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¡Sé un agente de cambio!
Como ciudadanos, no seamos sujetos pasivos que simplemente consumen. Convirtámonos en actores participativos, modificando nuestros hábitos de consumo, para lograr un mejor aprovechamiento y uso responsable de la energía eléctrica.
¿Qué acciones podemos incorporar para hacer un uso responsable de la energía eléctrica y así disminuir su consumo?
• Al adquirir un electrodoméstico nuevo, ¡chequea la etiqueta de eficiencia energética! Cuanto más cerca de la letra A y más signos "+" tengan, mayor eficiente es en el uso de la energía.
• Opta por lámparas de bajo consumo en tu hogar u oficina. Utilizan 5 veces menos energía y duran 7 veces más que las convencionales.
• Manten apagados y desconectados todos los equipos que no están siendo utilizados. A pesar de estar apagados, los artefactos conectados siguen consumiendo energía. Esto es lo que se denomina consumo vampiro.
• Durante el día, aprovecha la luz natural abriendo persianas y cortinas.
• Toma precuaciones en la cocina. Al cocinar en la hornalla de gas, procura que la llama no sobrepase el contenedor así no se pierde calor. Evita también acumular hielo en las paredes de la heladera pues consume más energía para funcionar. Por otro lado, mantén abierta la heladera el menor tiempo posible.
• Reduce tu uso del automóvil. Utilizar la bicicleta o camina cuando sea posible. Prioriza el transporte público. Al viajar en subte, por ejemplo, se consume 47 veces menos energía que en auto. Un autobús reemplaza el uso de aproximadamente 40 autos.
• Manten los burletes de los electrodomésticos en condiciones para evitar fugas de frío o calor.
• Evita las temperaturas extremas en los equipos de aire frío-calor. Las estufas se recomiendan entre 15 grados durante la noche y 19 grados durante el día.
• Regula la temperatura de los termotanques para evitar enfriar el agua.
• Haz un uso eficiente de los electrodomésticos. Lava la mayor cantidad de ropa en una carga completa de lavarropas o usa las medias cargas programadas, ya que ahorran energía. Lava con agua fría la mayor cantidad de ropa para evitar el consumo energético al calentar el agua. Plancha la mayor cantidad de ropa de una vez para evitar calentar la plancha muchas veces.