Por Ornela Garelli, especialista en Consumo responsable y cambio climático de Greenpeace México
Cuando compramos prendas de ropa nuevas nos guiamos por las tendencias de la moda, por si lucimos bien o por si los precios nos parecen accesibles. Muy pocas veces adquirimos nuestra ropa pensando en dónde y cómo fue producida, si afecta de alguna manera al medio ambiente o si fue manufacturada respetando los derechos de las y los trabajadores y pagando salarios justos.
La moda rápida, esa que encontramos en los centros comerciales, va a la vanguardia de la moda (tienen las prendas en tendencia) y brinda precios bajos que la hacen accesible para muchas personas. Sin embargo, detrás de esto hay una historia de daños ambientales e injusticias sociales que las grandes marcas no nos cuentan.
La industria de la moda es la segunda más contaminante del mundo, solo detrás de la petrolera. ¿A qué se debe esto? A una producción acelerada y masiva de prendas que se vincula a un sobreconsumo de las mismas, que a su vez es alimentado por las tendencias y las nuevas colecciones que aparecen cada año. Es decir, las grandes marcas de la moda rápida utilizan estrategias de mercado para hacer que sigamos comprando y consumiendo sin parar y ellas puedan maximizar sus ganancias.
Un ejemplo de esto es la obsolescencia percibida, la cual implica llevar a las y los consumidores a pensar que un producto es obsoleto, aunque aun sea funcional, solo porque no cumple con la moda o tendencia dominante. Esto nos lleva a que a pesar de que ya tengamos dos faldas negras en perfecto estado, queramos comprar una nueva solo porque ese nuevo diseño está de moda.
Este consumo en exceso de productos, en este caso prendas, que realmente no necesitamos, lleva a impactos ambientales como:
Una mayor extracción de recursos naturales para seguir fabricando nuevas prendas y cumplir con la demanda, a lo que se suma la emisión de gases de efecto invernadero durante la extracción de la materia prima, manufactura, transporte y desecho del producto. La ONU indica que la industria de la moda contribuye al 10% de las emisiones globales.
Una amplia contaminación del agua. De acuerdo a Greenpeace, la industria textil es uno de los mayores usuarios de sustancias químicas peligrosas y una de las industrias que más agua dulce contamina en el mundo. La elaboración de nuestras prendas está detrás de ríos multicolor debido a los vertidos de agua contaminada por los procesos de teñido, las sustancias vertidas son posibles cancerígenos y disruptores hormonales que pueden dañar la salud de las comunidades cercanas.
Liberación de microplásticos y microfibras en el ambiente. Muchas de nuestras prendas están hechas a partir de diversos tipos de plástico y cuando son lavadas pueden liberar microplásticos en nuestros cuerpos de agua, lo mismo pasa con otros materiales sintéticos u orgánicos que se liberan como microfibras. Según una investigación de la Universidad de Toronto, un par de pantalones de mezclilla puede liberar un promedio de 56 mil microfibras por lavada, y éstas están llegando a sitios tan remotos como el Ártico.
Una gran generación de residuos. De acuerdo a la Fundación Ellen MacArthur (2017), en los últimos 15 años el número de veces que usamos nuestras prendas ha caído en un 36%. Esto quiere decir que cada vez reutilizamos menos nuestra ropa. Motivados por los cambios de tendencias y las nuevas colecciones, muchas personas consumen en exceso prendas de mala calidad que pasarán rápido de moda y serán desechadas al llegar la nueva temporada. A esto se suman los bajos porcentajes de reciclaje, en México de sólo el 5% según datos del CEMDA, lo que lleva a que cerca del 80% de la ropa desechada termine en rellenos sanitarios o incinerada.
Estos datos muestran que en efecto la ropa que usamos está dañando al Planeta, además de que muchas marcas de moda rápida venden prendas producidas por mano de obra barata de personas explotadas, incluso niños y niñas, en países en vías de desarrollo. Así que cada vez que encuentras una ganga en el centro comercial, este bajo precio es reflejo de los salarios justos que las marcas no están pagando a las y los trabajadores así como de los daños ambientales que las empresas causan y de los que no se hacen responsables.
Por ello, ahora que viene el Buen Fin y que inicia una época de consumo en exceso (Black Friday, Navidad, Día de Reyes, etc.) procura buscar prendas de ropa sin esta amplia huella ambiental y social:
- ¿Quién dijo que necesitamos prendas nuevas para vestirnos con estilo? Comprar ropa de segunda mano es una excelente opción para mantener las prendas en uso y evitar que lleguen a los rellenos sanitarios;
- Si tienes posibilidades, busca marcas mexicanas de ropa sostenible, las cuales ofrecen prendas cuidadosamente fabricadas para reducir sus impactos ambientales y además son de mayor calidad y te durarán mucho más;
- Intercambia, dona, regala a alguien más las prendas que ya no desees tener en tu closet. Puedes intercambiar con tus amigos (as) y familiares, donar prendas a organizaciones (de niñas y niños, migrantes, mujeres) que las necesiten o buscar emprendimientos en línea que crean comunidades de trueque e intercambio;
- Repara o renueva la ropa con la que ya cuentas, así le podrás dar una nueva vida. Lo que ya no te es útil, sin duda será útil para otra persona y será bueno para nuestro planeta.